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Cubierta del libro

Entrevista

9 Abr 2019

Cecilia Ruiz, ilustradora

“La vida misma siempre es más extraña que la ficción”

Esther Peñas / Madrid

El libro de las muertes extraordinarias (Avenauta) es una de esas joyitas que uno encuentra en las librerías. Un ramillete de decesos imposibles, extraños, extravagantes, sobrecogedores, idiotas, hermosos, poéticos, compilados e ilustrados con sutileza por Cecilia Ruiz. Nada de amarillismo ni morbo. La muerte, desde su ángulo más sorprendente.

Una muerte extraordinaria, ¿es una mejor manera de morir?

Si lo que se quiere es pasar a la historia sin importar cómo, entonces sí. 

¿Hasta qué punto la vida que uno lleva prepara su muerte?

Yo creo todo lo que nos sucede, en todo momento, las decisiones que tomamos y las que no tomamos también; lo que movemos y lo que nos mueve, todo es parte de una larga serie de causas y efectos imposible de desenmarañar que eventualmente terminará con nuestra muerte. 

¿Hay algunas muertes (como morir por gula, como Adolfo Federico, rey de Suecia) más dulces que otras?

Sí, sin duda en el libro hay algunas muertes más digeribles que otras. La muerte que cierra el libro, la de los hermanos Riester, me parece la más dulce de todas. Una de las pocas muertes no violentas dentro de la compilación y cuyo desenlace nos deja pensando en el rol que juega el ADN en nuestras vidas. Un par de gemelos idénticos que se acompañaron toda la vida, mueren el mismo día, ambos de un fallo cardíaco, a sus 92 años. 

¿Cómo recopilaste estos decesos insólitos? ¿Quedó alguno fuera?

Este libro inició como mi proyecto de tesis en la maestría. Al principio tenía pensado hacer algo relacionado con magos e ilusionistas, pero pronto  empecé donde todos los trabajos de investigación seria comienzan: en la Wikipedia. Me encontré una lista de artistas (magos en su mayoría) que murieron mientras actuaban en el escenario. Encontré otra lista de inventores que murieron víctimas de sus propios inventos. Finalmente, Wikipedia sugirió que tal vez me interesaría ver su Lista de Muertes Inusuales. Así fue como nació el Libro de las Muertes Extraordinarias, aunque inicialmente fue concebido no como un libro, sino como una caja. Una cajita de postales donde cada historia vivía independiente la una de la otra—al frente la imagen y la historia en la parte de atrás. 
Después, mi trabajo de investigación se expandió y visité todo tipo de publicaciones, periódicos locales y tabloides en su mayoría, dónde me topé con todo tipo de muertes, desde las cómicamente irónicas hasta las verdaderamente horrorosas. 
Dejé fuera un par de historias que, a pesar de ser fascinantes, resultaban demasiado amarillistas y sangrientas. Nunca quise que este libro tuviera un tono sensacionalista. 

Hay algunas de estas historias que darían para una novela, como la de Sonny Graham, que recibió el corazón de un suicida, se casa con la viuda y después se quita la vida…

Así es. Y uno se queda preguntándose qué fue lo que orilló a Sonny Graham al suicidio. ¿Un corazón ya predestinado a él o acaso la mujer? Son este tipo de historias las que nos recuerdan que la vida misma siempre es más extraña que la ficción. 

De todas las muertes que recoges, ¿cuál es la que te sobrecoge más?

Es muy difícil escoger una, pues todas, de una u otra forma, me resultan fascinantes. Una de las muertes que más me impacta es la de la mujer rusa Fagilyu Mukhametzyanov quien, aparte de tener un nombre impronunciable, fue declarada muerta por error y despertó en su propio funeral sólo para  morir unas horas más tarde. Pienso en el horror y la confusión que debió haber sentido al despertar en un ataúd. También pienso en sus seres queridos, pues no sólo les tocó ver a un muerto levantarse, sino que también tuvieron que vivir el dolor de su muerte dos veces. 

 
¿Cuánto de azar tiene la muerte (pienso en la historia del rayo que liquidó al equipo visitante en el Congo y dejó con vida al equipo local al completo)?

Ésta es otra de las historias que más me conmocionan y la cuestión del azar frente a la predestinación es particularmente notable. Aunque no hay muchos detalles de lo ocurrido, el evento se vuelve aún más interesante en el contexto africano, con un pueblo altamente supersticioso, donde la brujería y hechicería son práctica común. 

¿Hay muertes poéticas, como la de Leonard Warren?

La muerte de Leonard Warren es una de mis favoritas no sólo porque soy aficionada a la ópera sino por esa naturaleza poética que mencionas. El drama y la tragedia siempre están presentes en la ópera y los personajes nunca pueden escapar su destino. Leonard Warren murió de un infarto masivo en el escenario antes de cantar las primeras líneas de su aria, Morir! Tremenda Cosa! en la ópera de Verdi La Fuerza del Destino. Para coronar lo poético de su muerte decidí usar la imagen del telón inmenso a punto de cerrarse mientras él, en un gesto implorante, canta sus últimas líneas.  ¡Fin!