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  • «La poesía sin deseo queda reducida a una insoportable pulsión de propiedad»

    Un poeta escurridizo como un aerolito jabonoso; un poeta con bolitas de mercurio por epicentro de sus ojos; un poeta que siembra plaquettes de las que brotan jugos y sustancias y esporas. Este fruto lívido reúne en frondoso ramillete algunos de sus poemas.

  • Cuando lo supersticioso es cuestión de mirar

    Superstición. Del latín superstitio, superstitionis, (estar de pie). Digamos que es aquello que anida en las mentes más allá de lo establecido. La creencia que proyecta un carácter numinoso o mágico a determinados objetos o sucesos. Que se nos cruce un gato negro. Pasar bajo una escalera. La peonía (por sus efectos curativos). La lechuza (por presagiar desastres).

  • «En el azar siempre hay una voluntad interior»

    Sinalefa. Unión de la vocal o vocales finales de una palabra con la vocal o vocales iniciales de la siguiente, de manera que constituyen una única sílaba tanto a efectos fonéticos como métricos. Sinalefa.

  • Gálvez o el fluido lábil de lo imaginario

    Hay poetas lábiles. Escurridizos, si lo prefieren. Poetas que alumbran detrás de una inmensa roca y solo con suerte –o el vínculo del afecto- uno llega hasta ellos. Poetas que al menor descuido dejan de estar para habitar (se) al otro lado, hasta donde no se sabe muy bien cómo llegar. Y se nos vienen cuando menos se los espera. Así Javier Gálvez (Madrid, 1969).

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