Lo de Remedios Varo es colocar la palabra fuera del lugar de la palabra para emplazarla en el territorio de lo que no habla. Salvo que ella, en vez de escribir, pinta. Y con sus lienzos reemplaza lo ausente, lo que no puede ser dicho. La suya es una región en la que, de manera simultánea, sucede la narración onírica, el prodigio y la belleza. Es de una densidad pasmosa.

¿Qué sucede en ‘Hotel Madrepatria’ (Gallo Nero)? Acaso nada. Dicho así, parece un modo displicente de abatir las ganas de su lectura. Nada más lejos. Que una narración se sustente en la aus encia de aventura, de conflicto, del nudo clásico es la maravilla, porque todo se concentra en la intensidad de lo cotidiano, de lo que parece –según el ángulo desde el que se viva- intrascendente.

La editorial Wunderkammer (fiel a lo bello en forma y fondo) estrena su ‘Colección Áurea’, un formato diferente (aunque, en otro orden, con el pulso de ofrecer un libro objeto antes que un producto) cuyo primer título, ‘Llega el rey cuando quiere’, recoge una serie de conversaciones sobre literatura con el francés Pierre Michon. 

No voy a detenerme en el aspecto biográfico de Mary Shelley, diré que es imposible no quedar fascinado por ella a poco que uno se acerque a su biografía, además hay una breve pero certera introducción en este libro que hoy, en el aniversario de la muerte de la autora de 'Frankenstein', me ocupa, 'Historia de un viaje de seis semana' (Sabina editorial).

Cortázar es otra cosa. Distinta. A cualquier otra cosa. Cortázar se escapa de los códigos conocidos, los retuerce, los invoca, los cabalga, y finalmente los dinamita. El resultado es él. Otra cosa. Un auriga desbridado. A Cortázar sólo se le puede entender, comprender, mediante la entrega absoluta.

Acaso nueve años tenía (tuve y tengo, los mismos nueve años aquí y ahora) cuando escuché aquella canción, ‘Say a little prayer’, de Aretha Franklin; fue en el programa ‘La bola de cristal’, una de las bujías sentimentales de mi generación.

En su última novela, ‘Transterrados’ (Calambur), la colombiana Consuelo Triviño profundiza en la inmigración.

Acaso uno de los acontecimientos que proporciona el museo Reina Sofía sea albergar ‘Un mundo’, de la pintora Ángeles Santos (Portbou, Gerona, 1911-Madrid, 2013), un cuadro cuyas dimensiones no son tanto físicas, que también (es un óleo sobre lienzo de 290 x 310 cm), como metafísicas.

Camille Anastacia Kendall Maria Nicola Claudel (1864-1943). Camille Claudel. Escultora. Mujer. Poeta del barro. Ángel de la súplica. Tarada del amor extremo. Camille. Cuerpo confinado a la espera. Mirada interior abierta a la hendidura de la búsqueda. Hermana de uno de los más altos espíritus católicos llevados al verso. Camille.

Dandi, dícese del hombre “que se distingue por su extremada elegancia y buenos modales”, recoge el DRAE. Pero detrás del dandi hay toda una historia, un silabario de encuentros, ocurrencias, imposturas, gallardías, distinciones, provocaciones y, sobre todo, un estilo. “Autoconciencia y vanidad”, son los rasgos que definen al bello. Pero hay grados de bello, claro.